Por: Oscar Alemán
Era la segunda noche en
vela, el último Redbull en la nevera y aun las imágenes no decían nada.
Jhonatan Thorne era el mejor
de su clase, el único detective que aceptó el caso. Aun así la frustración de
no encontrar pistas de este macabro asesino no lo dejaba descansar. El teléfono
sonó sobresaltando al detective, fue una llamada rápida, era el momento de
salir.
Seis meses de trabajo y aun
no tenía nada. Las fotografías crueles de indigentes, ladrones y delincuentes paralizados
o asesinados de formas brutales y con solo una pista en común, la misma carta
de Poquer, el Joker rojo.
Al primer mes de los
asesinatos el General de la Policía colombiana, José Roberto León, solicitó ayuda
del único grupo especial que podría actuar inmediatamente, la Policía Secreta
Argentina. Este grupo que por un tiempo fue la mayor fuerza del dictador Jorge
Videla era ahora él más adecuado y mejor entrenado en homicidios, su más joven
detective fue el único que aceptó.
Cada mañana era una nueva víctima,
todos se encontraban donde delinquian, solo se encontraba una carta atravesando
su cuello o espalda y según sus crímenes eran castigados.
Los ladrones eran
castigados, con las leyes antiguas, sus manos debían ser cortadas como pago,
los violadores eran castrados y expuestos en su desnudes, los asesinos morían
de diferentes formas y los mendigos debían ser paralizados.
Apenas amaneció la policía ya
había llegado a la escena del crimen. El mejor grupo de criminalística de la
ciudad estaba haciendo el análisis de los objetos de la última víctima, un
joven de 17 años con las manos fracturadas y el cráneo dividido por la misma
carta. Thorne ya estaba dirigiéndose al parque San Francisco de la ciudad de
Bucaramanga, la misma carta como único armamento de este curioso asesino.
A la llegada todo estaba
listo, según el equipo la carta seguía siendo el arma principal aunque las
manos fueron fracturadas con una piedra que estaba cercana al cuerpo fallecido.
Todo debía ser analizado y las pruebas debían dejarse a un lado de los medios,
ya era suficiente con la fanaticada que tenía este nuevo héroe.
Los medios populares
hablaban de él Joker como un héroe de la calle, limpiaba las calles de gente indeseable
y salvaba más personas que la policía. Las redes sociales lo bañaban en elogios
y paginas llenas de fanáticos de “El Joker, héroe nocturno”.
El cuerpo de Julián Arango
ya estaba en la morgue. Un joven
saludable, con fracturas en ambas manos, un corte craneal limpio generando una hemorragia
interna. Según su expediente Julián era un ladrón en la zona Norte de
Bucaramanga, dos veces atrapado con armas blancas y de fuego en su poder.
La piedra con la que
rompieron sus manos estaba libre de huellas digitales, ni siquiera tenía restos
de látex o químicos para limpiar sus huellas. La carta como todas las
anteriores había sido previamente esterilizada en alcohol genérico.
En la Alcaldía de Bogotá
todo empeoraba pues no había resultados del gran detective y además la gente
empezó a defender al Joker. En Bucaramanga estaban igual, la misma cantidad de
muertos en ambas ciudades, temporadas homicidas especificas en la capital y en
la ciudad bonita.
Thorne no sabía nada del
Joker, ¿Dónde residía?, ¿De dónde era?, ¿Cómo asesinaba con solo una carta?
Tantas preguntas, el estrés y la falta de sueño, estaba a punto de caer de
sueño recordó un viejo Anime que veía su hermano. La serie Hunter x Hunter y su
personaje Isoka, el arlequín asesino.
![]() |
Hisoka. Tomado de: http://darck-soul.deviantart.com/art/Hisoka-Chibi-Colaborative-90451980 |
El asesino conocía la serie
de anime, tal vez siguiera también el estilo del Guasón de Batman dejando un
mensaje en las cartas. Busco en las pruebas, las cartas estaban en perfectas
condiciones, no tenían marcas ni mensajes escondidos.
Esa tarde todo cambio de
rumbo, el detective estaba viendo caricaturas japonesas y leyendo de limpieza
social en Colombia. No había dormido e iba por su tercer RedBull del día, su
propio equipo pensaba en que estaba enloqueciendo.
De repente salió de su
oficina con una sonrisa leve, tenía algo que podría identificarlo. Según la
deducción de Thorne ante el jefe de Policía había logrado la delimitación de
sospechosos.
-
- Es un hombre entre los 23 y los 30 años, pues
sin su fuerza muscular no habría logrado someter a tantos delincuentes. Alguna vez
estuvo preso y por eso conoce a algún informante entre ellos. Es un historiador
pues conoce las culturas extranjeras y los diferentes castigos a sus
delincuentes. Finalmente es un fanático de la cultura japonesa.
La delimitación era
adecuada, pero seguían siendo cientos de personas en la ciudad de Bucaramanga
con características similares, profesores de historia y diseño gráfico,
estudiantes universitarios, empleados con gustos excéntricos y muchos civiles.
Aunque había logrado la
delimitación era mínimo lo que había logrado, un sospechoso con esas
características era común, el estrés volvió a ser evidente en su rostro blanco.
Volvió a su oficina y apago el televisor que aun mostraba los videos del
arlequín, pero al voltear a su escritorio había en el centro un sobre de manila
con un As de Picas pintado en la esquina superior.
Todo había cambiado, no tenía
idea de cómo alguien había dejado eso mientras él estaba en reunión con el jefe
de policía. Aún no había anochecido pero el sobre no era lo único que le
preocupaba, era su contenido.
Cada detalle de la bolsa
estaba bien ordenado y limpio en todo sentido, sin huellas, restos o manchas.
En el sobre habían cuatro cartas de Joker y cada una decía una palabra en inglés,
uniéndolas decían “I will be there”, yo estaré ahí.
Revisando bien la última
carta, también había una dirección y el número 11 escrita a mano con un lápiz
muy delgado. Thorne presento las pruebas
a sus superiores y se dirigieron a esa dirección a cubrir el perímetro
antes de las 11.
Una bodega con zapatos,
accesorios de celular y móviles de todo tipo de tecnología, un completo tráfico
de objetos robados o ilegales, aun así no iban a eso. Un ruido alerto al equipo
y se dirigieron a la parte de atrás. Dos muertos con cartas en la espalda.
Uno de ellos era el ex
senador Oscar Josué Reyes, hace poco liberado condicionalmente de crímenes
basados en corrupción y el otro era David “el topo” García un traficante de
droga buscado por la policía. Thorne busco la cinta de seguridad del edificio y
ahí estaba el ex político negociando con el traficante antes de que dos cartas
a una alta velocidad atravesaran la espalda de cada uno.
Los muertos llegaron al
amanecer a medicina legal, el Joker había asesinado de nuevo, lo había vencido,
pero ahora Thorne tenía una pregunta más, ¿Por qué lo hace?
No hay comentarios:
Publicar un comentario