Escribir por pasión y leer por devoción.

Da Tiempo al tiempo. Cada momento para cada persona es precioso, por eso, este blog cuenta momentos en la historia del autor, real, periodística y literaria. Historias, cuentos y crónicas que llenan de pasión el mundo del autor y de placer a usted, el lector.

En cada tiempo hay un escritor que llega a su público de manera imprevista con historias y teorías que han generado interés y también emoción, credibilidad y aprendizaje.

martes, 6 de enero de 2015

CUENTO: Hola, Melancolía.

Por: Oscar Alemán
Editado: Angye Gaona
Para: La mina literaria - Antologia 2014

Bajo la lluvia, estaba él mirándome con sus ojos oscuros que brillaban bajo la tenue luz del atardecer. Estaba ahí conmigo, me ayudaba a narrar viejas historias, memorias de llanto y gritos sin sentido. Pero él no hablaba mucho. Siempre estaba ahí, expectante, escuchando cada silaba de una gran historia que seguramente empezaría bajo la lluvia.
Paisaje LLuvia

Mi cabello ya estaba empapado, la espera era insoportable y aun así mi rostro seguía humedeciéndose con las gotas del cielo combinadas con mi llanto. Él solo me dijo “espérame, volveré con alguien más”. Yo esperaba. Como si sus palabras me llenaran o si en verdad tuviera la necesidad de estar con él. Su presencia había estado ahí, aun en mis memorias, sus brazos me acogían desde tiempos que aun veo borrosos en memorias que he intentado dejar.

Verlo con los brazos abiertos mientras mis rodillas sangrantes se combinaban con el agua del suelo y mis lágrimas con el barro que cubría mis manos. Verlo con los brazos abiertos mientras ese ser amado me daba la espalda y cortaba en pedazos un corazón que hasta ese punto no solo latía. Verlo de nuevo era lo que quería.

Lo cite para decirle la verdad, para gritar en su cara o aunque sea susurrarle en el oído. Lo cite porque necesitaba tenerlo un segundo frente a mí y con una mirada fuerte negarme ante él. Pero antes de poder tener valor se me acercó sonriente, con su mirada tan brillante y esa voz que aún me hacía estremecer y dijo “espérame, volveré con alguien más”. Yo lo aguardaba.

El atardecer ya fallecía y la noche con su luna escondida nubes de tormenta que irónicamente calmaban mi llanto con las caricias del agua. Esperarlo para luego aceptar sus brazos y llorar en su hombro. Es como ver el lodo y pisarlo por solo el acto y la sensación de hacerlo. Esperaba bajo la lluvia por solo el acto y la sensación de verlo y hablarle.

Pero estaba al límite y seguramente que tras dos horas de espera sea esta la respuesta: no volverá. Ya no aguantaba más, me había levantado tantas veces del barro sin su ayuda que no necesitaba recordarlas. He caminado hacia adelante y traspasado tantas puertas sin su compañía que no necesito recordarlas, he caminado fuera de su castillo en tan poco tiempo que no pude recordar cómo lo hice. Es extraño decirlo fuera de su gran territorio carmesí, pero sus paredes ya no se veían tan altas ni sus ventanas, tan lejanas. Ya no lo necesitaba, así que así no estuviera no lo esperaría más. Ahora lo digo: “Adiós Dolor. Hola Melancolía”.

Hola Melancolía